martes, 8 de julio de 2025

Marcus, el inmortal

 
Por

Víctor A. Yerena González

Un triste y mediocre mago comprendió que sus viejos trucos ya no sorprendían a nadie. Satanás, que conoce mejor el corazón de un hombre dispuesto a sacrificarlo todo por su orgullo, se le apareció y le ofreció un regalo: no puedo ofrecerte el dominio de la magia, le dijo, pues la magia no existe, lo único que puedo darte es lo único que tenemos los dioses: vida y tiempo. Elige pues, lo que deseas y te será concedido. ¡Vida!, eligió el mago, y la vida le fue concedida en siete porciones. Te he dado siete vidas, le dijo el diablo, úsalas bien y dale a tu público un gran espectáculo.

¡Entren, damas y caballeros, a ver al hombre que puede morir y resucitar al instante! Mátelo usted mismo y verá cómo la vida vuelve a su cuerpo. No tenga miedo, pase, pase, vea como Marcus, El Inmortal, ¡resucita delante de sus ojos!

Así, Marcus, el Inmortal, se hizo pegar un tiro de pistola en la frente y la gente vio como la bala salía de su cabeza, y que el orificio por donde había entrado se cerraba nuevamente. En otro lugar, hizo que le prendieran fuego hasta que la multitud vio cómo la carne y las entrañas se restauraban en los huesos blanqueados, y la piel volvía a estar mucho más lozana que antes. En otra ocasión se despeñonó desde el más alto acantilado y la gente pudo ver con sus propios ojos cómo se levantaba de las piedras sano y salvo. Se ahorcó en Inglaterra, fue decapitado en Francia y descuartizado por tiro de caballos en Escocia en insólitos actos donde morir no era la gracia, sino ver como volvía a estar, no solo vivo, sino completamente regenerado.

¡El último acto de Marcus, el Inmortal, señoras y señores! ¡Será azotado salvajemente, clavado en una cruz y su cuerpo será enterrado por tres días! No se pierda este espectáculo y sea testigo de cómo Marcus, el Inmortal, ¡regresa de la muerte tal y como lo hizo nuestro Señor Jesucristo!

Satanás, que conoce los límites del orgullo del hombre e incluso sus propios límites, contempló desde lo alto aquella escandalosa blasfemia contra su odiado enemigo. Era la obra más horrorosa hecha por el corazón del hombre después de aquella torre que llegaba al cielo. Descendió Satán hasta el subsuelo donde yacía Marcus, el Inmortal, y lo despertó de nuevo de las fauces de la muerte.

—Qué has hecho - le preguntó. 

—¿Acaso no lo ves? Doy a mi público el más grande espectáculo de magia.

—La magia no existe.

—Pero existe la vida.

—Tu última vida ya fue concedida.

—Ya lo sé, y cuando salga veré la gloria

—Ya van dos días de tu sepultura ¿cuánto tiempo más esperas estar vivo dentro de esta fosa?

El terror de Marcus se apoderó de todo su cuerpo, el aire comenzó a faltarle, de nada le valieron los gritos de auxilio y las oraciones de arrepentimiento. Porque la paga del pecado es la muerte y he aquí, dice El Señor, que todo pecado será perdonado, pero el pecado cometido contra El Eterno nunca será perdonado.

—¡Tiempo! - gritó el hombre
—¡Concédeme el tiempo!

Satanás, que conoce la cruel ironía del destino, le concedió una eternidad. Desde ese momento y hasta el día de hoy, Marcus, el Inmortal, vive y muere en agonía una y otra vez hasta el fin de los tiempos.

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